Productos sanitarios defectuosos: Fabricantes, médicos y culpabilidad
por: Gregory L. Laker , Abogado
Los productos farmacéuticos y sanitarios tienen una enorme repercusión en la salud y la calidad de vida de millones de personas. Las empresas gastan miles de millones de dólares en investigación y desarrollo para crear el próximo fármaco superventas o dispositivo médico innovador que permita a los pacientes vivir una vida más plena y feliz. El problema surge cuando estas empresas anteponen los beneficios a las personas y permiten que se utilicen fármacos y dispositivos médicos peligrosos en los tratamientos.
Los consumidores suelen considerar a la FDA como la primera línea de defensa en la protección de los pacientes. La agencia no sólo supervisa la aprobación de los fármacos y dispositivos que entran en el mercado, sino que también vigila la seguridad de estos productos mediante informes de efectos adversos y estudios adicionales posteriores a la comercialización.
Los médicos reciben información comercial sobre productos farmacéuticos y productos sanitarios directamente de los fabricantes. Los representantes comerciales de estos fabricantes facilitan a los médicos información como estudios clínicos, métodos de uso y otros datos para convencerles de que utilicen sus productos.
¿Qué ocurre cuando una persona sufre lesiones graves por un producto sanitario o farmacéutico peligroso recetado por su médico? ¿Quién es responsable de las lesiones o la muerte del paciente? Normalmente, el paciente lesionado interpone una demanda contra el fabricante del producto para reclamar una indemnización por sus daños. En la defensa de estas demandas, estos fabricantes han recurrido a demandar al mismo médico al que acababan de animar a utilizar su producto, en un intento de repartir la culpa y reducir su propia culpa comparativa.
Un caso reciente en el Tribunal de Distrito de Oregón ha permitido a un fabricante de productos sanitarios demandar a un médico como tercero. En un caso, el fabricante del dispositivo médico On-Q PainBuster, presentó una reclamación de terceros contra el cirujano por utilizar la bomba analgésica I Flow, alegando que el cirujano era una parte responsable debido a su propia negligencia médica, por utilizar el producto I Flow.
El Tribunal sostuvo que la ley de Oregón autoriza a un tercero que no sea paciente a presentar reclamaciones contra un médico basadas en la atención negligente de dicho médico a un paciente. Lo interesante de este caso es que no se han estimado reclamaciones similares de I Flow en otros estados.
Una de las preocupaciones es que la decisión de Oregón pueda fomentar demandas similares de fabricantes contra otros médicos. Al interponer una demanda por culpa comparativa, el fabricante trata esencialmente de repartir la culpa de la lesión entre el médico y conseguir que comparta los gastos del acuerdo.
Si más estados siguen los pasos de Oregón, los médicos que confían en que los fabricantes de productos farmacéuticos y dispositivos médicos les informen honestamente sobre el uso de productos específicos pueden exponerse a acciones legales si se descubre que un producto es defectuoso. Si un médico no puede confiar en que el fabricante del producto le proporcione información precisa, los pacientes pueden verse perjudicados. Este es otro ejemplo del daño que causan las empresas que anteponen los beneficios a las personas.