El primer año de vida de un bebé puede ser una época emocionante para los padres. El primer año es también un momento importante para el desarrollo del bebé. Durante su primer año de vida, el bebé acude muchas veces al pediatra para someterse a revisiones de bienestar y detectar cualquier problema de desarrollo que pueda impedirle disfrutar de una infancia sana. Una de esas preocupaciones que el pediatra busca en ese primer año de vida es la displasia de cadera. Aproximadamente 1 de cada 1.000 bebés padece displasia de cadera.
La displasia del desarrollo de la cadera (DDH) es la luxación de cadera que se produce al nacer o en los tres o cuatro primeros meses de vida. En esta afección, la parte superior del fémur no encaja bien en la cavidad de la cadera. Este problema puede afectar a una o ambas articulaciones de la cadera. En una cadera normal, el fémur encaja firmemente en una cavidad en forma de copa situada en la pelvis, y se mantiene en su sitio gracias a músculos, tendones y ligamentos. Pero en la DDH, la cavidad de la cadera puede ser demasiado poco profunda o los tejidos que rodean la articulación pueden estar demasiado sueltos.
Los médicos deben examinar al bebé en busca de signos de displasia de cadera poco después de nacer y durante las visitas de control del bebé y cualquier otra visita durante el primer y segundo año de vida. Los síntomas de la DDH pueden incluir pliegues asimétricos de las nalgas, chasquidos o estallidos de cadera, una pierna más corta que la otra y retraso en la marcha. Si el médico detecta pronto un desplazamiento de cadera, generalmente en los seis primeros meses de vida, el tratamiento suele ser no invasivo y no quirúrgico. Si el diagnóstico se retrasa más de seis meses, el tratamiento puede ser más complejo, con cirugía y una escayola, que incluye el tronco del cuerpo y una o más piernas. En niños de 2 años o más con DDH, la deformidad de la cadera y la osteoartritis pueden desarrollarse más tarde en la vida. La DDH también puede provocar dolor y artrosis en los primeros años de la edad adulta.
Falta de diagnóstico de la reclamación por displasia del desarrollo de la cadera
Durante los dos primeros años de vida del bebé, el pediatra lo vio no menos de 8 veces y nunca le diagnosticó DDH. En la novena visita, el pediatra diagnosticó subluxación congénita unilateral de cadera, pero determinó que no era necesario ningún tratamiento. Diecinueve días después de cumplir dos años, al bebé le diagnosticaron una displasia acetabular importante que llevaba tiempo arrastrando. El retraso en el diagnóstico de la DDH dio lugar a una intervención quirúrgica invasiva y a la colocación de una férula de espica por displasia grave del desarrollo de la cadera. El niño corre ahora el riesgo de desarrollar problemas de cadera y artrosis más adelante. Caso pendiente.